Un poeta, es una película de un hombre que alguna vez fue llamado promesa de la poesía y que ahora se hunde en la derrota de su propio nombre. Es un poeta roto, aplastado por la indiferencia, por la rutina y por los tragos que le van borrando los días. Todo parece perdido hasta que aparece Yurlady, una chica de barrio que escribe con la crudeza de quien apenas descubre el mundo. En ella Óscar reconoce lo que él dejó escapar: la inocencia y la verdad de la poesía sin pretensiones. Pero en vez de ser un renacer, lo que vemos es un choque brutal entre dos generaciones: la ilusión fresca y la desesperanza cansada. La película es un retrato melancólico y sincero de lo que significa escribir cuando nadie escucha, una crítica a un país que olvida rápido a sus artistas y un homenaje a esos poetas que, aunque vencidos, siguen intentando nombrar el mundo.

El golpe de realidad que me dio la obra me dejó pensando por días, y  es que ver esta película cuando una está involucrada con las humanidades y quiere dedicar su vida a lo mismo hace que la conexión con el protagonista, Óscar Restrepo sea indiscutible. Me vi reflejada en Óscar, en su tristeza, en sus ganas de triunfar sin saber como, en  su desesperación, en su terquedad enfermiza, en su ceder por necesidad y no por gusto, en su amor confuso. Luego, de manera más sutil, me vi en Yurlady, en su desesperanza, en su carencia de sentido de pertenencia en los grupos intelectuales, en su manera de huir al escribir. 

Y aun asi despues de ver todo lo que puede ser mal al dedicarme a la palabra, voy de cabeza, me tiró al mar de lo incierto del arte y de la poesía sin ningún tipo de reparo, me he de entregar completamente a la pasión de la melancolía y del sentir, y si fracaso, no hay problema, porque no me quedaré con las ganas de escribir y de mostrar cómo es que yo veo este mundo cruel.

 
Siempre he tenido claro que para escribir se requiere de un nivel de terquedad absurdo, de una fe casi que tonta por un talento que hasta una misma a veces cuestiona, Óscar Restrepo muestra esa terquedad en todo su esplendor, y aunque sus decisiones tal vez no hayan sido las mejores a lo largo de su vida, no dejo de confiar en su arte, en sus principios como poeta (Aunque estos son los mismo que a veces nos llevan al borde de la locura). Tal vez la ruta es encontrar el balance entre esta terquedad, las necesidades para vivir, el amor por los cercanos y la pasión. Tengo toda una vida para averiguarlo, para que usted como lector “no pierda su fé en este poeta triste, intentando escribir un poema feliz.”  – Óscar Restrepo, Un poeta.