No van a creer lo que me contaron, tremendo chisme, el de estos dos pequeños. ¿Recuerdan el famoso cuadro de John Everett Millais? sí, ese es el de los dos hermanitos abrazados en la Torre de Londres, se ven muy tiernos, ¿verdad? Pues agárrate, porque esta historia tiene más vueltas que discurso de político en campaña.
Ves la pintura y piensas: ¡ay, que tiernos se ven los hermanitos! Pero, ¿sabes quiénes son ese par? No me lo vas a creer, pero son nada más y nada menos que los hijos del rey Eduardo IV. Vivían plenamente hasta que se les murió el papá. Imaginate esa noticia, eso significaba que el hermano mayor, Eduardo, debía ser heredero al trono ¡a la edad de 12 años! Pero era un poco joven para reinar una nación, ¿no te parece? Así que, por el momento, se nombró un Consejo de Regencia, y se nombró a su tío como protector de estos dos chiquillos.¡parecía que era un tío ejemplar ¿verdad? Cuidar de sus sobrinos en un momento tan delicado. Pues no, aquí es donde empieza a oler a podrido.
Mientras Eduardo se dirigía a Londres para su coronación, ¡zas!, el tío Ricardo lo interceptó y lo puso bajo su «protección». Poco después, también hizo lo mismo con el pequeño Ricardo, el otro principito. ¿Y adivina dónde los «protegió»? ¡En la famosa Torre de Londres!
Este es el momento que retrata el artista… Millais, ¡un genio, eso sí!, los pintó tan vulnerables,ojos llenos de inocencia, con miradas de miedo e incertidumbre, en un espacio lúgubre… el entorno , digamos las cosas como son, estaban secuestrados en la torre, ¡de pasar a ser príncipes herederos a inquilinos forzosos!
Con los herederos legítimos bajo su control, Ricardo empezó a mover sus fichas. ¡Y vaya que las movió bien! Empezaron a correr rumores de que el matrimonio de Eduardo IV con Isabel Woodville no era válido, ¡lo que significa que los príncipes eran ilegítimos y no tenían derecho al trono!
Rápidamente, el tío Ricardo se convirtió en Ricardo III, pero ¿sabes qué es lo peor? ¡Nunca más se supo de nuestros principitos! Desaparecieron sin dejar rastro. Dicen las malas lenguas que el «tío Ricardito» tenía mucho que ver con esa «mudanza». Mientras el nuevo rey estaba en mucho “jiji jaja”, nuestros muchachitos “desaparecieron” misteriosamente.
Y claro, la pintura se convirtió en un símbolo de la injusticia, de la inocencia perdida… ¡Pero viéndolo bien, es como una foto de esos momentos tensos antes del drama! ¡Cómo cuando uno ve a la parejita feliz en la foto de compromiso y luego uno viene a enterarse del escándalo en qué andan metidos!
Así que, la próxima vez que vean una pintura, no se queden solo en la superficie. ¡Piensen en el drama, en la traición, en el silencio que grita cada obra! Porque detrás de cada pincelada hay una historia turbia que nos recuerda que el poder, a veces, tiene un precio demasiado alto.
El arte siempre nos da de qué hablar, ¿verdad? ¡A abrir bien los ojos y los oídos, que el arte tiene mucho más que contarnos entre líneas! y bueno… tú no oíste esto de mí, pero el arte está lleno de secretos que vale la pena destapar.






