Cierra los ojos. Piensa en un bosque con árboles flotantes, un cielo violeta y criaturas que brillan como luciérnagas. Nunca has estado allí, pero algo en tu mente te dice que ese lugar podría existir, que es tuyo… en algún rincón invisible del universo o al menos, en los confines de tu imaginación. En un mundo saturado de información y realidades difíciles, la imaginación no solo es un refugio, sino que puede ser una herramienta vital para innovar, sanar y construir nuevas posibilidades. ¿Por qué soñamos con cosas que no existen? ¿Es solo una forma de escapar o también una forma de ver lo que podría ser?
A los niños se les conoce por su imaginación, que desafían la lógica y las leyes físicas de nuestro entorno. Algunos llaman a esto fantasía, otros le dan el nombre de creatividad. Según Ken Robinson (2006), la creatividad es tan importante como la alfabetización, y deberíamos tratarla con la misma seriedad. Esta habilidad humana de soñar con lo inexistente tiene raíces profundas tanto en la necesidad de huir como en el deseo de construir.
Escapar, pero no huir.
La imaginación como escape es una herramienta poderosa. Ante el estrés, el miedo o la rutina, nuestra mente crea lugares donde las reglas son diferentes; nuestras reglas. Cuando la realidad se vuelve dura, soñamos con escenarios donde existe más control, más belleza o simplemente más sentido. Para muchos, imaginar es un refugio: el rincón donde las cosas no duelen tanto. No por cobardía, sino por supervivencia emocional.
Sin embargo, esto no significa que la imaginación sea solo un escondite. Como dijo Einstein, la imaginación es más importante que el conocimiento, pues abarca el mundo entero y estimula el progreso.
Los grandes inventos, obras de arte, historias y descubrimientos comenzaron como ideas que no existían. Para que algo se haga realidad, primero tiene que imaginarse. Cada mundo soñado es un ensayo general para algo que podría materializarse. Un adolescente que imagina ciudades voladoras puede estar gestando la próxima revolución en movilidad. Alguien que sueña con una sociedad sin violencia puede estar forjando los valores que inspirarán movimientos sociales.
Así, la imaginación también es una visión del futuro. Una proyección de lo que aún no existe, pero podría cobrar vida.
El poder dual de la imaginación
Soñar con cosas que no existen no es una señal de locura ni de inmadurez. Es una capacidad humana compleja que combina emociones, creatividad, deseo y pensamiento crítico. A veces, es un mecanismo para sobrellevar lo que no entendemos. Otras veces, es la semilla de una nueva realidad.
Cuando soñamos despiertos ya sea sobre ti mismo en cierta situación o sobre un mundo completamente diferente, no deberíamos ignorarlos ni reprimirlos. Deberíamos observarlos, explorarlos y preguntarnos: ¿qué me está diciendo sobre mí, sobre lo que deseo o sobre lo que necesito yo y/o el mundo actual?
Tal vez lo que no existe está esperando a que alguien lo cree.






