El rol de la mujer en la Segunda Guerra Mundial.
La Segunda Guerra Mundial (1939-1945), es un acontecimiento que tiene cabida en las narrativas más importantes en la historia del ser humano, su supervivencia y las consecuencias de esta misma. La guerra, en general, ha sido específicamente dirigida y supervisada por el género masculino, quien sobresale sin duda alguna en cada aspecto de esta actividad. No obstante, la mujer también cumplió el papel más importante, el cual fortaleció su imagen ante el mundo y eliminó consigo los estereotipos establecidos por la sociedad.
El rol de la mujer en este evento fue crucial y esencial en tiempos donde existía escasez y desesperanza. En suma, al contexto durante estos años, la producción de textiles, cosméticos o cualquier otra manufactura debían ser racionados, limitando así su compra y, en ocasiones, su venta. A lo largo de este periodo, el labial rojo adquirió gran significado dentro de aquel entorno violento, especialmente para las mujeres que trabajaban y enfrentaban así mismo los peligros que conllevaba la guerra. Poco antes, exactamente en 1912, Florence Nightingale Graham, también conocida como Elizabeth Aiden, brindó a las sufragistas una barra de labial rojo, lo cual les permitió usar este elemento como una bandera feminista. Años después, Elizabeth se convierte en una gran empresaria que construyó su imperio de cosméticos en Estados Unidos, denominándose así Elizabeth Aiden Inc. En 1943, creó un labial que fue usado con el objetivo de contrastar el color rojo con los uniformes de las mujeres en los campos de concentración para levantar su moral y, sobre todo, seguir demostrando su feminidad.
En un artículo publicado por El Mundo (2021), se resalta como Winston Churchill, militar y exministro del Reino Unido (aliado de EEUU), entre las políticas de racionamiento, decide impulsar la producción y distribución del labial rojo como símbolo patriótico, buscando elevar la moral de las tropas tanto masculinas como femeninas y a toda la población en particular. Este cosmético se convierte en, no solo un elemento vital para la guerra, también es visto como un acto de orgullo ante los ataques nazis. A su vez, Adolf Hitler recibe este nuevo símbolo como una amenaza, pues, desde el pensamiento nazi, el usar maquillaje, fumar, cuidar de su aspecto físico, trabajar, era la definición de una “mujerzuela”. Para Hitler, y mencionado en este mismo artículo de El Mundo (2021) el labial rojo representaba todo lo que una mujer no debía ser: sexualmente atractiva (porque el labial rojo insinuaba connotaciones sexuales), políticamente activa y socialmente independiente. La oposición del régimen ante el nacimiento de este símbolo, no solo fortaleció el objetivo de este, sino que reforzó y representó los primeros yacimientos del mensaje feminista: mujeres fuertes, trabajadoras y capaces de demostrar que eran lo contrario al estigma social al que estaban atadas.
Además de convertirse en el mayor símbolo de resistencia, la mujer desempeñó un importante y significante papel en la guerra, pues mientras los hombres eran reclutados para el frente de batalla, las mujeres se dedicaban a sostener la economía y el funcionamiento de las naciones al dedicarse a trabajar en fábricas, oficinas y campos de agricultura. En la industria bélica, se encargaban de fabricar armas y sus compartimientos; dirigían varios medios de transportes tales como tanques, barcos, aviones, camiones y trenes; hicieron parte de las labores del campo. De hecho, en 1917, durante la primera guerra mundial, es creada la WLA (Women ‘s Land Army o Ejército Femenino de la Tierra) una organización británica que tenía como objetivo incluir a las mujeres en las labores agrícolas para lograr sostenibilidad en el país. En 1939, esta fue reactivada para la ayuda de producción agrícola nacional, la cual estaba en tiempos de dificultad. En los 2000´s, el gobierno británico honró a las “Land Girls” después de años de no recibir el merecido reconocimiento.
En el ámbito científico y tecnológico, fueron parte de proyectos secretos, se les hacía llamar a las mujeres “computadoras humanas” al ser capaces de resolver cálculos matemáticos complejos y especiales para la NASA. Esta agencia confirma que estas mujeres o “computadoras” tenían un papel crucial análisis de trayectorias y ventanas de lanzamiento mucho antes de la creación de computadoras electrónicas (NASA, 2016). Un ejemplo de este hecho fue Katherine Johnson que, años después, logró calcular la trayectoria de vuelo del Apolo 11 en dirección a la luna; participaron directa e indirectamente en el Proyecto Manhattan como físicas; y trabajaron como criptógrafas logrando descifrar códigos como lo hizo Joan Clarke con el código Enigma.
En cuanto a su participación en el cuerpo militar, se dedicaron a la enfermería y atendieron a los soldados heridos en el frente, acompañadas de hospitales de campaña. Se encargaron de la logística y comunicación como operadoras de radio y administrativas. Participaron activamente en misiones de espionaje y sabotaje, el ejemplo más acertado es la señorita Nancy Wake, reconocida también como “El Ratón Blanco”. Junto a esto, se reconocían a las aviadoras soviéticas a quienes también se les llamaba “Brujas de la Noche” que cumplían misiones de bombardeo nocturno sobre posiciones alemanas. Entre las mejores francotiradoras soviéticas, se encontraba Lyudmila Pavlichenko, quien, según la historiadora Guimar Huguet Pané en su artículo en National Geographic, realizó 309 bajas y es considerada la mejor tiradora de la historia.
Dado su apodo por la Gestapo, “El Ratón Blanco” o Nancy Wake, se convirtió en una de las figuras más importantes dentro de la segunda guerra mundial. Tras el estallido de la guerra en Francia, su hogar, decidió involucrarse en las redes clandestinas de resistencia. Participó en la exfiltración de soldados aliados y judíos que eran perseguidos por los nazis. Su apodo le hace justicia a su habilidad de escapar sin dejar ningún rastro, esto la terminó convirtiendo en una de las espías más buscadas por la policía alemana. Fue reclutada por el SOE (Special Operations Executive), en donde se entrenó para realizar operaciones encubiertas que incluían combates, el sabotaje y las habilidades técnicas del espionaje. Debido a su labor, fue condecorada con medallas como la Legión de Honor en 1970 (Francia) y la George Medal en 1945(Reino Unido).
Este artículo pretende demostrar, una vez más, el impacto social y cultural que la mujer ha tenido durante los años en diferentes situaciones que involucran necesariamente un acontecimiento digno a estar en un libro de historia, pero no lo suficientemente bueno para hacer mención de las mujeres que marcaron también esa narrativa. La participación de las mujeres tanto en la primera como la segunda guerra mundial logró la ruptura de los estereotipos al desempeñar roles que se consideraban netamente masculinos. A pesar de todo lo mencionado anteriormente, no fueron recompensadas y mucho menos reconocidas por su trabajo arduo, pues, al finalizar la guerra, se les obligó a regresar a “sus labores correspondientes”, iniciando así mismo el nuevo pensamiento feminista y, sobre todo, el nacimiento de un movimiento que se escribía por sí mismo sin limitaciones y con un objetivo visionario.
Estas mujeres lograron demostrar que, bajo los prejuicios con los que cargaba su género en un contexto vil y violento, no se detuvieron ante la posibilidad de conseguir un futuro en el que su valor sería reconocido, no solo por ser mujeres, sino por trabajar, enfrentarse a la vida y luchar contra todo pronóstico, siendo un humano. Un ser humano al que, sin duda, no necesitaba del lápiz de alguien más para escribir su historia, esta se estaba escribiendo por sí misma en el manto de una mujer llena de esperanza y valentía.






