La lenitividad del arte, es decir, su capacidad para calmar, consolar o aliviar, se manifiesta cuando lo usamos como una herramienta de comunicación profunda. Este artículo está dedicado a lo que expresamos a través del arte, a cómo influye en nosotros, en la sociedad y cómo incluso puede llegar a reflejarla.
A veces, cuando nos encontramos en un estado de esplín —una melancolía prolongada y sin causa específica—, necesitamos un medio por el cual obtener un pequeño alivio a nuestro ser, a lo que llamamos el alma, aunque sea momentáneo, en esos momentos en que el alma se siente saturada por la confusión, el dolor o el cansancio, cuando ya no queda aliento y lo único que se asoma es una borrosa imagen del miedo, el arte se convierte en ese medio.
Tal vez alguna vez se han percatado que la angustia emocional puede marear un poco, cuando ella se mezcla con el dolor físico, se manifiesta en el cuerpo: la sobrecarga empieza a carcomer desde el estómago para luego presionar con fuerza los ojos y el pecho, bloquear la garganta, y debilitar tanto las piernas como el agarre. Es en ese momento cuando el arte adquiere un valor aún más profundo. No es solo un mensaje, sino un refugio que nos resguarda durante las difíciles situaciones de nuestra vida, nos permite sobrellevarla hasta en el más decaído de sus estados. Por ello, a veces compartimos la misma lágrima que se deslizó por la mejilla del artista, porque su obra logra transmitir su intención, su emoción, incluso si solo la observamos, eso puede conectarnos. El arte también nos une como emisores y receptores, y cada observador es una pieza vital en ese sistema: interpreta, analiza y, con sensibilidad, intenta descifrar el mensaje oculto en cada trazo o nota.
Sin embargo, cada persona tiene su propia interpretación. Las experiencias individuales modifican la percepción del arte, lo que demuestra su versatilidad y su poder para adaptarse a quien lo recibe. Esto enriquece su valor como medio de expresión, y también lo convierte en una vía para promover la empatía y el pacifismo comunicativo, es decir, una forma de comunicación no violenta que busca la comprensión mutua.
El proceso creativo también cumple una función importante para quien lo produce, dentro de las mayores utilidades del arte se encuentran los estímulos recibidos por los artistas, ya que son estos la parte del proceso que no sólo impulsa a avanzar sino que alivia o ayuda al autor, permite que dé a conocer problemas o alegrías de forma sutil, opcionalmente anónima, no directa pero contundente.
Además, tiene una ventaja sentimental y sensitiva. Permite compartir emociones entre personas que nunca se han visto, pero que se entienden a través de la obra. El objetivo es crear una red de estímulos que intenten imitar la compleja mezcla de sensaciones que tuvo el artista, de forma más desglosada y personal, el objetivo no siempre es que el receptor entienda exactamente lo que sintió el autor, sino que logre experimentar algo similar y significativo. Al mantener un vínculo establecido por medio de estos efectos con el receptor es posible dar a conocer o resaltar movimientos sociales, problemas comunales y causas que requieran de nuestra sensibilidad humana para actuar, de esa manera puede reflejar muchos aspectos del estado de nuestra sociedad actual, podemos apreciar esto en murales, música, esculturas e incluso expresiones culturales y con ellas también reconocemos que el arte también denuncia, educa y conmueve.
El arte no es solo una expresión estética, es un distintivo humano, un refugio esencial para el alma humana. Nos permite comunicar lo que a veces no podemos poner en palabras, aliviar nuestro sufrimiento y conectar con los demás desde lo más profundo. Al comprender y valorar este lenguaje universal, aprendemos a mirar el mundo y a las personas que nos rodean con mayor sensibilidad, aprendemos a conmiserar desde distintas perspectivas con lo que crea alguien más.
Te invito a que, en tu vida diaria, busques ese momento para acercarte al arte — ya sea creando, observando o simplemente sintiendo— y descubras cómo puede ser una herramienta para aliviar, para comprender y para unir. Así, el arte no solo refleja la sociedad, sino que también tiene el poder de transformarla, empezando por cada uno de nosotros.






