Acostumbrarse al ruido es algo con lo que aprendí a sobrellevar, en mi mundo, la calma se asociaba con el silencio, y el silencio, como algo agobiante. 

Y aunque siempre llegaba la noche, y todo a mi alrededor se oscurecía mi mente seguía envuelta en su propio desconcierto.

Muchas veces oí que después de la tormenta viene la calma, pues, «Es imposible que el cielo siempre permanezca nublado» Aunque, de por si esa calma me daba miedo, me daba miedo esa supuesta tranquilidad, pues tendría un desasosiego (un silencio que aturde) y una mente callada. ¿Entonces, quién sería yo sin el caos? él no me generaba temor, pero me aterraba más imaginar cómo iba a ser sin él, porque tal vez ya no luchaba contra la tempestad, si no que me había convertido en parte de ella. 

Hay quienes dicen que la verdadera calma no es la que se encuentra en la ausencia del ruido sino que, es aprender a estar en paz en medio de él. A veces las soluciones, por más obvias que fueran, no siempre significaban dejar de ahogarse, a lo mejor, sólo era aprender a flotar.

En medio de aquel alboroto, llegaron personas que se ofrecieron a regalar su calma, y entonces…

Simplemente llegaron, no intentaron salvarme, no me miraron con miedo, simplemente se quedaron, simplemente, estuvieron. 

Entendí que el caos era parte de mi, como una pintura abstracta a la cual no le encuentras su significado, aquello que le intentas hallar una forma a algo que simplemente es así, como un arte incomprendido, como algo que no necesita tener sentido, solo ser.

No intente bajarle al bullicio, pero empecé a aprender a escuchar a través de él.

Porque, tal vez yo nunca fui la calma, tal vez nunca fui un rayo de sol que se colaba por ahí, simplemente no sabía leerme, solo no sabía entender las grietas que me rodeaban, y tal vez, confundí estar rota con estar perdida, era como ser algo que no se podía tocar sin hacerse daño, como algo que lastimaba cada vez que lo intentaban ayudar.

Creo que siempre fui un desorden, y aún así, en medio de todo ese lío interno y en mi mundo lleno de tormentas, hubo quienes escogieron ser la escampada de ellas, a quienes no les importa ser la calma antes durante y después de aquella, aún cuando parecían ser eternas, y aún cuando estas mismas parecen que me persiguen.

No todos vienen a apagar la tormenta, algunos incluso se quedan bajo la lluvia conmigo, soportando el frío que puede que sea necesario, no todos llegan con soluciones en sus palabras, solo con la suficiente presencia para sentir que están ahí. 
En el mundo del caos, nunca busqué entender, en el mundo de mi caos hubo quienes entendieron antes que yo.