Era un jueves, la tarde era gris como de costumbre y nunca más volví, no me despedí de nadie y nadie se alertó por mi ausencia. Sabía cuáles eran las consecuencias de mi acción pero no tenía la más mínima intención en volver, nunca había sido propia del lugar, del colegio, de lo escolar, y la paz que dejó la lejanía fue señal de que fue bueno irme. Mi etapa del colegio no podía terminar ahí, sin embargo no tenía ganas de seguir con las dinámicas escolares. 

Meses después conocí Skolmi (Una plataforma educativa virtual que me ha brindado miles de oportunidades). y fue la entrada a una nueva vida para mí. Disfrute enormemente del tiempo y la libertad que tenía gracias a la nueva modalidad, me sentía segura y no tenía nada que me atase, eso era supremamente importante para mí, porque sentirme amarrada no me ha generado más que ganas de huir toda la vida, aquí sentía que no tenía que huir, ya que no estaba enjaulada. A los meses de estudiar virtualmente empecé a estudiar presencialmente inglés en el centro de Bogotá, el caos, el ruido, el afán y la gente me enamoraron instantáneamente, me sentí libre y así mismo, quise llenarme de vida como se me fuese posible. Pese a lo caótico que es el centro nunca sentí ni he sentido rechazo, siento atracción hacia cada punto de quiebre e inicio, es el ombligo de una ciudad retorcida y cambiante, el tope de locura en cada cuadra y me sentí adoptada por el ruido desde que entré a él, nunca me hizo sentir fuera de lugar y me di cuenta que yo ansiaba al mundo con todo mi ser. 

Poco a poco todo en mi vida fue cambiando, conocí gente nueva y distinta a lo que yo estaba acostumbrada, todo pasaba rápido y no me podía quedar atrás, La vida no se detiene, así que me adapté al nuevo ritmo. Me reconstruí a mí misma, paso a paso. 

Dure mucho tiempo sin embargo limitada a todo lo que quería vivir, había un hombre, uno que aún no descifro y nunca lo haré, pero me quería retener, no quería que yo me diera cuenta del mundo que tenía frente a mí, y aún creo que nunca conoció mis ansias insaciables de vivir, yo lo quería, pero no lo suficiente para cerrarme al mundo. – Y queridos lectores, una ama desde la libertad, no desde la posesión, vivan y no se dejen atar. – Este año fue mi despertar, conocí gente que me dio risas y experiencias, Él se fue muy lejos, la distancia no es para todos y menos para mi, pese que el amor lo intenta, no lo puede todo, y menos si es egoísta; Nos dijimos adiós. Fue permanente, fue conciso y no dejó eco en mi, la vida continuaba y… Continúo. 

Fui a museos, salí, recuperé amistades que descuidé, recordé cómo es que me gustaba reír a mí, cómo es que me gustaba salir, lo que era vivir para lo que una quiere vivir y sobre todo, me prometí, no dejar que nadie nunca me vuelva a limitar vivir. 

Ahora, siento completa plenitud de decir que no tengo nada que me frene a vivir y que el mundo sigue siendo tan hermoso como el día que me enamoré de él, que si vuelvo a amar será un amor libre o no será, y no tengo miedo de buscar y fallar, porque vivir un desamor en el centro de Bogotá es la manera más bella de habitar la soledad.