Dan Da Dan es de esas series que llegan sin avisar y te cambian la forma de ver el anime, y ahora que estrena su temporada 2 en Netflix el 3 de julio lo hace con más fuerza que nunca, sin bajarse un ápice del ritmo endiablado que la convirtió en un fenómeno en 2024. La historia sigue a Okarun, un chico fanático de los Ovnis y las conspiraciones, y a Momo, una estudiante popular que viene de una familia de médiums y puede ver fantasmas desde que era niña, todo empieza con una apuesta tonta entre ellos: si él no encuentra un extraterrestre, le confesará que le gusta, y si ella no le prueba que los espíritus existen, hará lo mismo, pero lo que parece una travesura adolescente se convierte rápido en una aventura de vida o muerte donde tienen que enfrentar tanto a criaturas del más allá como a alienígenas que no vienen en paz.
Lo que más me gusta de Dan Da Dan es que no se queda solo en el espectáculo, sí, hay escenas locas, batallas épicas, efectos visuales que parecen sacados de un sueño alucinado y momentos tan absurdos que te hacen reír sin querer, pero también hay drama real, hay capítulos que tocan temas fuertes como el acoso, la violencia de género y el abuso emocional, y lo hacen sin sensacionalismo, con respeto y con peso. La animación es obra del estudio Science SARU, los mismos que hicieron Devilman Crybaby, y se nota en cada plano, en cómo los colores explotan, en cómo los personajes se deforman cuando pierden el control, en cómo el fondo se desintegra cuando algo sobrenatural aparece, es una animación que no solo cuenta la historia sino que la siente.
Y claro, no puedo hablar de Dan Da Dan sin mencionar el opening, esa cosa adictiva que es «Otonoke» de Creepy Nuts, una canción que se volvió viral en Japón y en todo el mundo, que suena como una advertencia: esto que vas a ver no va a ser tranquilo, y no lo es, la serie avanza a tal velocidad que a veces parece que te deja atrás, pero justamente en eso está su encanto, en que no te da tiempo a aburrirte, cada episodio trae algo nuevo, un giro, una revelación, un combate, y aunque esté en Netflix, se estrena semanalmente como en Japón, cada viernes hasta el 18 de septiembre, doce capítulos que te obligan a esperar, a digerir, a hablar con otros fans, a no tragarlo todo de golpe.
No es una serie perfecta, a veces el ritmo es tan intenso que cuesta seguir ciertos giros, y algunos personajes secundarios no tienen tanto desarrollo como uno quisiera, pero aun así Dan Da Dan se siente fresca, auténtica, diferente, no intenta copiar a nadie, y eso se agradece en un mercado lleno de fórmulas repetidas.






